Nunca más compartiendo la cena,
nunca más levantando las copas,
nunca más un lugar en la mesa,
nunca más el sabor de sus bocas.
Sólo a veces reírnos un poco,
sólo a veces despejar la mente,
sólo a veces no sentirnos solos,
sólo a veces olvidar su muerte.
Para siempre en el alma instalados,
para siempre escuchar sus latidos,
para siempre querer abrazarlos,
para siempre soñar que están vivos.
DANIEL ADRIAN MADEIRO
jueves, octubre 09, 2008
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