-Atila.
Piso las margaritas.
No me interesa,
¡no me interesa!.
Tengo un billete de veinte
y cinco soles,
y traigo muerte.
-
Tengo un cuchillo afilado.
Su filo de bisturí
corta la carne tan fácilmente
como un cuchillo caliente
se hunde en un trozo de mantequilla.
Y es una expectante
amenaza quirúrgica a mis dedos.
-
El odio me consume por dentro;
se extiende, corrosivo,
como óxido debajo de una capa
de pintura que, inevitablemente,
en algún momento se quiebra.
-
domingo, diciembre 11, 2005
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