Todos saltaban, bailaban o hacían movimientos espasmódicos, pero yo estaba como estaca, clavado, tieso, mirando al escenario.
La bajista me tenía hipnotizado.
En Euskadi.
Todos saltaban, bailaban o hacían movimientos espasmódicos, pero yo estaba como estaca, clavado, tieso, mirando al escenario.
La bajista me tenía hipnotizado.
En Euskadi.
Uno cree que en general el periodista como comunicador se forma en el uso correcto de la lengua y cuando recuerdan aquellas viejas traducciones de nativos en las películas de conquista del oeste norteamericano es cuando surge la duda: están realmente bien formados? Yo no lo estoy, pero no vivo de la comunicación.
Estaría dispuesto a afeitarme a lo kurko, si supiera que ése granito de arena contribuirá a saciar las aguas turbulentas de un simplismo falaz, que oculta en sí mismo un profundo egoísmo. Si no lo ven es porque no lo quieren ver.
¿Alguien se hace cargo de que pronunciarse con palabras ajenas es apropiarse de ellas, y por lo tanto equipararse en pensamiento a quien las ha elucubrado?
Hace un rato escuché que hablaban sobre la objetivización de la persona, en referencia, según entendí, a que uno busca formar parte de un colectivo y para ser aceptado se convierte a sí mismo en objeto de deseo, pero vamos, que quienes sostienen ésto lo hacen para alimentar su propio colectivo, arriar para su rebaño, desviar agua a su molino o la analogía que prefieras, no me quiero explayar demasiado. Objetivización no está en el diccionario. Es sólo otra construcción más de los "deconstructores" que están canjeando tu vida por espejitos de colores... no te dejes deslumbrar, leé, escuchá, pensá tus propios pensamientos, no te alimentes de lo que ya está rumiado, estudiá, aprendé para poder discernir con libertad verdadera. Y si me vas a odiar por escribir todo esto, odiame sabiendo que no hay vuelta atrás.